domingo, 3 de febrero de 2008

DE LAS POSADAS A LAS FONDAS

No hace muchos días, oía yo a D. Santiago Montoto su charla semanal de los lunes: “Sevilla en la Historia y la Leyenda”, refiriéndose a las posadas, mesones, paradores, fondas, hoteles, etc., etc... Se remontaba este señor nada menos que al siglo XV y XVI para referir con veracidad y gracejo, desde los primeros paradores que tuvo Sevilla en los citados siglos, hasta hoy.

Esta charla me sugirió la idea de hacer una pequeña y sucinta historia de las posadas y fondas conocidas por mí en Encinasola, desde los tiempos de mi niñez.

Apenas tuve uso de razón conocí en la Plaza dos posadas: una de ellas, la más antigua, perteneció a la señora Nicolasa, sita en lo que hoy es café de Antonio López y que se llamó siempre Posada del Rincón: La otra fue de D. José Torrejón -abuelo de los actuales Torrejones Díaz- y estuvo en lo que son escuelas municipales de niños. La última, que a continuación cito, era de Antonio Sabido y se encontraba en lo que hoy es domicilio de D. Ascensión García Molina, calle Cinaga; ésta fue siempre la más pequeña de las tres y se nutría de cumbreños, toda vez que su dueño era de Cumbres Mayores. En ésta conocí parar durante muchos años al tío Pablo y al tío José Castaño -así los llamábamos nosotros- que fueron compradores de cerdos, en esta plaza, hasta que se extinguieron sus vidas.

La de la señora Nicolasa pasó a ser de D. Saturnino Torres, natural de Villacañas (Toledo) que la llevó bastantes años. De esta posada recuerdo -sin esfuerzos imaginativos- sus corrales y sus cuadras, porque cuando muchachos entrábamos allí para sacar los burros de los arrieros que allí paraban y llevarlos al abrevadero. Más de una vez volvíamos con un brazo roto o con una herida en la cabeza, al tirarnos la cabalgadura que montábamos.

Por el año once o doce del siglo en que vivimos, mi tío Juan, fallecido hace bien poco, adquirió una propiedad, en lo que hoy es escuela de niños y la reformó e hizo arriba fonda y abajo posada. Y el cuarto que hoy es Juzgado de Paz, fue taberna.

¡Que cantidad de viajeros, arrieros y forasteros no arribaban entonces a esta villa, para fracasar con todos estos negocios! Basta decir que como viajantes de vinos venía una vez al mes uno de la Casa Lazo y de tejidos dos o tres venían una vez trimestralmente o sea en las estaciones del año. Los más asiduos -que yo recuerdo- eran unos sardineros portugueses, tocados con grandes sombreros o con unos gorros verdes, como llevan hoy los campesinos de Portugal.

Por el año 18 ó 19 trasladó la fonda mi tío Juan a la casa que fue de los “Conejos” en la calle Oliva, sin que consiguiera vivir en ella. Más tarde por el año 28 la viuda de José Molina tuvo como fonda la casa donde vive hoy Germán Delgado Macías, calle de Juan Velasco que pasó a ser de Maximiliano Páez y que estuvo en ella unos 8 años hasta que se mudó a la calle Oliva, donde su viuda aún sigue establecida.

No tengo precisión de la fecha que se abrió la de D. Manuel Fernández en la calle Falangista Galván. Pero creo que hace unos 20 ó 22 años aproximadamente.

1 comentario:

J.M. Santos dijo...

Hola Pepe: Aqui me tienes leyendo las historias de nuestro paisano Candelario. Las encuentro interesantes. No cabe duda de que fue un adelantado de si tiempo.
Un saludo. J.M. Santos