sábado, 17 de julio de 2010

COMENTARIO AL ARTÍCULO TITULADO “AÑORANZAS”


Nuestro colaborador, D. Calendario López, vuelve a nuestras páginas con su gracejo singular. Vuelve para contarnos cosas de lo que nuestra famosa feria de ganados era en un principio. Hoy, después de los 51 años que hace de su primera aparición, nos produce no poca risa el ver lo que eran en aquellos tiempos, nuestras fiestas septembrinas, famosas dentro y fuera de nuestras fronteras.

Dice el ilustre Candelario, que se ponían en el rodeo numerosas cantinas que estaban animadísimas mañanas, tardes y noches, y eso, a la generación actual nos sorprende. ¿Cómo es posible – nos preguntamos unos a otros – que se divirtieran entonces con tan poca cosa? ¿Es que nuestros antepasados se conformaban con tan poco o es que, por desgracia, aún no se había nombrado ninguna comisión de festejos? No lo sabemos y la verdad es que nos gustaría saberlo a los muchachos (¿) actuales.

Subían a la Plaza con sillas para oír música…sigue escribiendo el Sr. López. Y nosotros, los jóvenes (¿) no podemos por menos que sonreírnos, aunque compasivamente, eso sí, de que aquellos hombres, aquellas mujeres, tuvieran que venir cargados de sus casas con sillas, hamacas, tangos de corcho, etc., etc. ¡Cuánta diferencia, señores! ¡Qué extraordinaria variación en sólo medio siglo de nada! ¡Pobres cantinas aquellas si tuvieran que volver al lado de nuestras casetas desmontables, llenas de plásticos y decoradas por famosos pintores!... ¡Cómo se sonrojarían las pobrecitas mías al verse llenas de “enzolones” por todas partes, al lado de este derroche actual de cañizos, yesos, pinturas, paquetes, (¿Qué será eso?), cortinajes fastuosos y manzanilla a granel!

Decididamente las antiguas cantinas poco tendrían que hacer hoy… ¿Y la música? ¡Mira que hacer un puente o pasarela para que desde allí sonaran más los fuertes “pífanos”!... ¡Que diferencia hoy! ¿Qué papelito haría aquella pasarela al lado del soberbio kiosco que tenemos sólo para la banda? Ridículo sin duda alguna.
Y las gentes, los pobres, con sus sillitas al hombro… ¡Cualquiera le dice hoy a nadie, en un pueblo como el nuestro, que se lleve una silla a la Plaza o a cualquier espectáculo, ¡Cualquiera!

Hoy, que si las butacas no están perfectamente tapizadas, no hay quien se mueva de su casa para ver una película, una comedia, un circo, etc., etc. Y es que no puede ser: los tiempos han variado que da gusto.



NOTA- No es necesario dejar constancia de que este artículo no salió de la pluma de don Candelario

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