martes, 15 de junio de 2010

NOCHE DE SAN JUAN

Ya había desaparecido “Ecos de Flores” cuando Candelario escribió el artículo que sigue, el cual remitió a su hija Ángeles. Era el día 25 de junio de 1966.

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De tiempo inmemorial, y desde que yo tuve uso de razón, fue siempre en nuestro pueblo la fiesta más popular y divertida la noche del 23 de Junio, llamada noche de San Juan, hasta el punto de que mi primera noche de ronda fue el 23 de Junio de 1907, o sea, que tenía yo a la sazón 9 años.

Por aquellos años, y muchos después, solían ir las muchachas de una calle o barrio a por un pino a un pinar, mediante previo permiso del dueño, y cuyo pino se engalanaba con banderitas de papel y en el centro de la copa se le ponía una muñeca con un pequeño bolsito, en el que se corría la voz de que existían 3 ó 4 monedas de plata de a 5 pesetas cada una, lo que constituía, en aquellos tiempos, un medio capital.

En torno al pino y en plena calle se organizaban bailes amenizados por acordeones que tocaban las muchachas y muchachos organizadores del pino.

El 23 en la tarde procurábamos subir a la torres – aprovechando la amistad de algún monago – para contar y localizar los pinos que había puesto aquel año. Por lo general solían ponerse en todo el pueblo unos 6 u 8 pinos, los suficientes para en una noche tan corta como es la del 23 de junio, visitando uno y otro pino, se nos echara el día encima. Así eran las noches de San Juan de mi niñez, de mi infancia y mi juventud.

Ésta de este año por lo insólita e inusitada es por lo que la considero digna de registrarla en una crónica.

Subía yo para la Plaza, de casa de Ángel el Talabartero – donde suelo ver la televisión por las noches – serían las 12 aproximadamente. Cuando llegaba a la puerta de Verdún, oí una gritería poco común en el pueblo marocho, me recordaba tal gritería a las que se originaban cuando yo era niño, para protestar de la subida de media perra chica en el pan, para que se concentraran en la plaza todas las mujeres del pueblo dando voces de “abajo el pan”, “abajo el pan”.

Cuando di vista a la plaza, se me ofreció un espectáculo inenarrable, toda la juventud que queda hoy en Encinasola se hallaba en la plaza, incluso la aristocracia. En un gigantesco corro, cogidos de la mano chicos y chicas, saltaban o corrían cantando sin orden ni concierto.

La correderita – que así llamábamos a los corros en los carnavales de mi juventud – no me sorprendió grandemente, lo que sí me sorprendió es la manera anárquica y antifilarmónica por la que se regía la mencionada correderita.

Y de esta manera me quedé contemplando el espectáculo, sobre la pared de Vallejo, unos 20 minutos o media hora. Pasado este tiempo, sin una señal – dada por alguien – ni una orden de la autoridad o jerarquía, se disipó en tres minutos los cientos de personas que se habían concentrado en la plaza, y de esa manera se celebró este año la noche de San Juan.

¿Quién sabe si será una norma, una forma de celebrar la noche de San Juan en lo futuro el pueblo marocho? ¿Quién sabe si cuando llegue el año 2000 seguirán celebrando las mozas y mozos de Encinasola la noche de San Juan entrelazadas las manos en una correderita gigantesca, saltando y bailando como la noche de San Juan del año 1966?

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Termina la crónica nuestro estimado D. Candelario comunicando a su hija una triste noticia. No nos hemos resistido a recogerla en este artículo. En palabras de D. Candelario, la noticia fue la siguiente:

“Esta mañana, sobre las once menos cuarto, le explotó la máquina de las gaseosas a Jerónimo Farruco y le arrancó un brazo. Teniendo que desplazarse en un coche a Huelva inmediatamente”.

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