domingo, 15 de noviembre de 2009

MAROCHOS DE ANTAÑO Y HOGANO

Si lanzamos una mirada hacia atrás, vemos a nuestros antepasados trabajando con fe, con ardor e ilusión en empresas agrícolas, sin más base que la canga de burros o mulos y el arado primitivo de palo. No obstante llegó un día – ya lejano por cierto - en que se explotaban las mejores tierras de los pueblos comarcanos de la provincia de Badajoz. Todos los brazos eran pocos para el cultivo de las mencionadas tierras. No existía el conflicto del paro y nuestras fiestas tenían alegría y se cantaba y se bailaba hasta en las humildes chozas.

Estos eran los hombres de antaño; veamos los de hogaño, con más base, tanto económica como mecánica. Hoy, el obrero agrícola, en tierras estériles, no le queda otro remedio que emigrar a las grandes ciudades o al extranjero. Los hogares quedan deshechos, las familias dispersas, unas lejos de otras, cada cual por su lado, las fiestas no tienen el regocijo y alegría natural de antaño, porque falta el padre que trabaja en Alemania o el hijo que lo hace en Francia; falta algún miembro de la familia que está ausente del hogar o de la Patria Quedan entristecidos los hijos que vieron partir a su padre a lejanas tierras; siente la nostalgia el que partió.

Lleva mal camino nuestra juventud; se pierden las buenas costumbres del hogar paterno, el control y el freno familiar. Los jóvenes no quieren trabas de ninguna clase, quedan expuestos a todos los peligros y enfermedades con perjuicio para el futuro de la raza.

En los jóvenes de hogaño se ha creado una necesidad emigratoria que no hay quien sujete a las nuevas generaciones a los trabajos de sus antepasados, trayendo, como consecuencia, la perdida de cariño a la Patria y a los pueblos que le vieron nacer. La forma de evitar esto sería crear industrias en los pueblos, sobre todo en aquellos que tuvieran materias primas, e invertir obreros en grandes empresas evitando con ello que el obrero español se viera en la necesidad de emigrar.

Ecos de Flores, núm., 01 mayo.1965

1 comentario:

Carmen dijo...

Si Candelario levantara la cabeza y viera como han empeorado las cosas en el terreno familiar y de la juventud, se quedaría alucinado.
Un abrazo.
Carmen