jueves, 15 de octubre de 2009

EL ÚLTIMO PELLICO

No hace muchos días, al ir a despedir a unos amigos a la salida del correo, cruzó un hombre que iba llamando la atención, sobre todo de la gente joven, que extrañaba el indumento.

Era un ganadero, pastor o cabrero, que todavía conservaba el primitivo indumento de la humanidad. Á los que ya rebasamos el medio siglo no nos causaba tanta extrañeza ni expectación, toda vez que en nuestra niñez era prenda corriente, no solamente en los ganaderos sino en los mismos obreros del campo.

Por aquellos tiempos era prenda indispensable para todo obrero del campo que tuviera que luchar contra las inclemencias del tiempo y del clima. Ahora llamaba extraordinariamente la atención, porque dicha prenda, que se ha sostenido durante siglos y siglos al servicio de la humanidad, va quedando relegada al olvido o arrinconada por las generaciones modernas que de ninguna manera aceptarían ponerse hoy un pellico, teniendo capotes de agua, impermeables, cazadoras de cuero, paraguas, botas de caucho, etc,…

A principios de este siglo no se salía al campo en los días de invierno que no se viera a los ganaderos y zagales ayudantes, que no fuesen en bestias con el mencionado indumento, que a la vez de preservarles del frío, les preservaba del agua, si llovía.
Ahora yo creo que pasaba ante mi vista el último pellico.

Ecos de Flores, núm., 15 julio 1964

1 comentario:

Carmen dijo...

La verdad es que hasta la palabra "pellico" suena hoy en día un tanto extraña.
Yo la conozco por algún que otro Villancico.
Un abrazo.
M.Carmen