sábado, 5 de septiembre de 2009

ADIÓS AL COCHE CORREO

Hace unos días fue recluido y retirado del servicio el coche correo. Lo ha suplido otro de líneas esbeltas, de construcción moderna y de más comodidad y confort, como puede apreciar a simple vista el viajero que tenga necesidad de utilizarlo. Ley de vida; lo viejo arrinconado por lo nuevo y desechado por inservible.

Ha quedado encerrado ¡quien sabe! si para prestar algún servicio extemporáneo o para ser desguazado definitivamente y ser vendido como chatarra. Como aquellos antiguos caballos, que después de prestar grandes servicios a la humanidad, iban a parar a las plazas de toros para morir destrozados por las astas de los toros.

Yo soy el primero en reconocer a tu sustituto, un “Saba Austin”, de líneas más estéticas, de asientos limpios y cómodos, de más velocidad y rapidez en el servicio. Pero… en fin… Nadie te puede disputar la gloria de haber sido el primer coche de viajeros de este tipo, de asientos numerosos y de concluir tu carrera sin ocasionar desgracias de muerte, ni accidentes, ni atropellos. Tú llevaste en tu interior al primero de los emigrantes marochos, que luego se contarían por centenares. Tú has sido testigo de despedidas sentimentales, al marcharse las familias que se ausentaban de la patria chica, algunos para no volver… ¡Cuántas lágrimas vertidas en tu interior! ¡Cuántas manos agitándose en señal de despedida!... Y ¡Cuántas sensaciones de emotividad y alegría, al comprobar que en tu interior venían los seres queridos, después de una ausencia mas o menos larga!... ¿Quién puede disputarte esta gloria? Lo mismo que la de haber llevado a tus “lomos” miles de cartas, unas para dar satisfacción y alegría a los destinatarios, porque tenían noticias gratas de los suyos, otras de tristeza y dolor, porque eran portadoras de fallecimientos de algún miembro de la familia o de un íntimo amigo, a quienes le teníamos un afecto entrañable. ¡De cuántas y cuántas sensaciones de alegría o de tristeza fuiste portador!

Yo te evoco con nostalgia, porque me llevaste durante tantos años a San Isidro y no echaba de menos el confort y las comodidades de otros coches de servicio similares a ti.

Al dedicarte esta pequeña y modesta crónica, no puedo por menos que darte un adiós sentimental y nostálgico, coche correo de Encinasola.

Ecos de Flores, núm., 01 septiembre 1964

No hay comentarios: