LAS CRUCES
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iendo muy niño alcancé a ver las peanas semiderruídas de varias cruces, unas enmarcadas dentro de la población y otras en las afueras; alguna de fácil explicación y otras sin que yo conozca el motivo de su instalación.
Una de ellas estaba situada en la fuente del Rey, donde mientras existió, era despedida
Otra estaba colocada camino de Roca – Amador, pasando el regato que sale del Pilar de allá y subiendo la pequeña cuesta un poco a la derecha en frente a unos postes de una cancilla, que aún existen y que dan acceso al pinar del Arroyo de
En la confluencia de los arrabales, Mayor y Menor – recurro a los nombres antiguos para mayor orientación de los pacientes lectores que tengan a bien leer estos renglones – también se hacía un descanso de la mencionada Virgen el día de su procesión, siendo ésta la única que pasaba por dichas calles, de todas las que se celebraban en este pueblo. Por ella no pasaba ninguna procesión y desapareció la cruz cuando se empedró la calle.
La última en desaparecer fue una que se encontraba en “
La peana era descanso obligado de las aguadoras que traían el agua del Pilar. Las lanchas, por el roce de los cántaros, tenían un hueco que ofrecía gran seguridad para no caerse.
Con este descanso recuperaban fuerzas las aguadoras, sobre todo aquellas mujeres ancianas, de gran reciedumbre, que con sus setenta años traían dos cántaros, uno a la cabeza y otro al cuadril. Entre ellas “la tía Condesa”, fina como un alambre y recia como el acero, que me impresionó grandemente.
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