jueves, 6 de marzo de 2008



LA PRESTACIÓN PERSONAL


Desde que yo era bien pequeño y apenas si tenía uso de razón conocí en esta villa la prestación personal.

Para los jóvenes es cosa ignorada y para muchos viejos es posible que no la recuerden. Para aquellos quiero explicarlo, aunque sea sucintamente, y para los otros con el objeto de refrescarles un poco la memoria.

La prestación personal consistía en lo siguiente: Llegado el mes de agosto y terminada la recolección se presentaba una crisis de trabajo – lo mismo que ocurre ahora – que no tenía más solución que la de la prestación personal.

Entre todos los vecinos – según sus posibilidades – se hacía un reparto proporcional. Desde las clases mas adineradas hasta las mas humildes contribuían a esta prestación sin que nadie pudiera eludir este tributo, que en general se hacía de buen grado, pues por muy insolvente que fuera un vecino si no contribuía se le descontaba del dinero que tenía que percibir en metálico de los productos de la Contienda.

A esta prestación se debe que muchas calles de este pueblo, que en el primer cuarto del siglo actual eran intransitables, hoy se ande por ellas, con los ojos cerrados, como se suele decir. Entre otras que yo recuerdo se arreglaron las de San Juan, González Bravo, Patrás Jerez, Peligro y Ladera, esta última, la peor de todas, se daba el caso paradójico que en las ultimas casas de la acera de la izquierda, entrando por arriba, conocí a un ciego que se dedicaba a las rifas y con un tacto extraordinario; no conocí que se cayera cuando muchos videntes lo hacían.
También se debe a esta prestación las acometidas o cañerías que recogen las aguas que salen de los caños de las casas y que hasta no hace muchos años corrían corrompidas y pestilentes por las regaderas de las calles.

La mencionada prestación dejó de hacerse, sin que se sepan las causas, por el año 40, siendo alcalde don Serafín Bernal Ibáñez, sin que hasta la fecha haya sido restituida.

Dicha prestación siempre atendió con preferencia al casco urbano y a las entradas del `pueblo, tanto unos como otro, de no haber sido abolida tan buena costumbre, estuvieran las calles con tantos hoyos y las entradas del pueblo en mejores condiciones.

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