LA PEÑA DE LOS AMIGOS
En la plazuela de la iglesia apareció un organillo, gestionado por José Pérez Delgado en Sevilla, para la Peña de los Amigos.
A las bestias, para saber los años, se le miran los dientes, al tal artefacto no sabemos que mirarle, pero contemplándolo de arriba abajo, nos parece muy pasado de quintas. Pero con todo, el organillo mete su ruido.
La Peña de los Amigos plantó el pino para la noche de San Juan. En vez de la Peña de los Amigos, bien pudiera llamarse “Los Amigos de la Peña”, porque con la peña tuvieron que andar a vueltas para plantarlo, Pero aquí el viento, (los vientos) que tantas cosas se llevó, afianzaron el pino, a pesar de la dureza de la peña. Y el pino reunió a los amigos a su alrededor. Allí se bailó se cantó fandango, sevillanas o muy parecido y se olió por turno y riguroso orden un picadillo, hasta que al fin llegó el momento de degustarlo, para hacerlo así más apetitoso. Todo ello amenizado por el organillo y en momentos de mayor emoción por algunos solos de Bombo de Fidel, quien en expresión de algunos, si siempre lo maneja con toda maestría, en esta ocasión, “estuvo como nunca”.
El pino, además de traernos – no el pi a no – sino el organillo, puso de manifiesto las cualidades de escaladores, que algunos tenían ocultas. En esto de escalar batió el record Antonio Moreno (Talento para entender) por su habilidad, rapidez y desenvoltura.
Le fueron a Mateo con el cuento de los triunfos de Talento, y Mateo se picó, y no queriendo ser menos que Talento – y con razón – se apostó sus buenos quince duros a que también él subía. Y subió con aplausos de todos., Y si fue rápido en el ascenso, en el descenso no tuvo rival. Para él no había corteza, clavos ni nudos ni obstáculos de ninguna clase. Cuando echó pie a tierra vio y vimos con asombro que Mateo, en su brillante gesta, estaba todo desangrado y había dejado por las alturas del pino pedazos de su piel, hasta del vientre, según dicen algunos curiosos. Entonces Mateo se contempló un autentico carnicero, con menos sangre menos piel y con más duros, con la sonrisa de la victoria y los laureles del triunfo. Otros, aunque invitados y muy acuchados, no fueron así de valientes.
En fin de cuentas, que el pino, el organillo y Adrián como animador de fiestas, hicieron que la noche de San Juan en la plazuela de la iglesia, fuera un parque de atracciones y a muchos hizo recordar tiempos antiguos y puso de manifiesto las actitudes de cada uno de los componentes de la Peña de los Amigos.
Ecos de Flores núm. 90, de 15 de julio de 1963
NOTA.- Este artículo aparece sin firma, pero no dudamos en atribuirlo a don Candelario
2 comentarios:
Maravilloso ¡como escribia este hombre! tan ameno que no quieres que termine nunca.
Con ese humor socarrón e inteligente que carcteriza a sus escritos que merecen ser recopilados en un libro.
Pilar
Pienso como Pilar, me encantan los artículos de Candelario. Sería buena idea que pensaras lo del libro.
Un abrazo.
Carmen
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