domingo, 4 de mayo de 2008

EL PANDERO


S


iempre consideré el pandero como un instrumento primitivo o uno de los más antiguos, aunque esté equivocado y sea errónea mi observación. Hace un siglo, un año más o menos, debió de ser el único instrumento que existía entre nosotros y con el cual se amenizaban las veladas, así como los escasos bailes, que por aquellas fechas debían de celebrarse y que, según oí decir a mi padre, muchas veces se celebraban al aire libre y en noches de plenilunio, ya que por entonces se carecía de salones apropiados, al mismo tiempo que de luz apropiada. Es fácil que por entonces el petróleo entre los mayores se considerara como articulo de lujo.

Todavía de niño, conocí casas que se alumbraban en la primera hora de la noche – cenaban con la luz solar- con la llama de una candela de corcho. Igualmente conocí – cuando yo era muy pequeño – dos mujeres muy ancianas, que debían de ser profesionales del pandero o muy habilidosas para tocarlo. Una vivía en la calle del Poleo, y se llamaba “tía” María Juana “La Cacha” y la otra vivía en el Reducto y le decían “tía Rosario la del Pandero”. Lo verdaderamente paradójico era que dichos bailes solían celebrarse en las inmediaciones del antiguo cementerio o sea junto a la puerta de la Ermita. Tal vez con el pandero se acompañaban los fandanguillos o “forrajes” como antiguamente se le denominaban y que tanto alcanzó en el Teatro Español de Madrid, cuando lo bailaron las chicas de la Sección Femenina de esta villa.

Le oí cantar a mi padre muchas veces las coplas del pandero. Era un ritmo cadencioso y lento como el desaparecido de la trilla y decía:

“Pandero trujillano

¿quién te tocara?...

De noche con la luna…

aunque nevara…”

No tengo seguridad si decía trujillano, porque se fabricaran en Trujillo (Cáceres) o tudillano, posiblemente fuese lo primero. Hubo también una hermandad finisecular, que tampoco conocí, Hermandad de San Juan, y que debió de desaparecer por el año siete u ocho del presente siglo, que también solía celebrar una velada la noche del 23 al 24 de Junio, donde bastantes años se celebraban los bailes del pandero. Dicha hermandad la fundaron los empleados de la fábrica de harinas de don Vicente Vázquez, que se cerró al inaugurarse la que actualmente existe y que debió de ser por el año siete u ocho de este siglo y con ella vino la luz eléctrica que hoy nos alumbra a los marochos.

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